Audiofonología, aprender a oír, enseñar a ‘reescuchar’
Audiofonología
«No escuchar bien puede provocar aislamiento o depresión»
Imagine de John Lennon inunda la sala. A Gema, a sus 19 meses, parece que le gusta, se calma y sonríe mientras que, al parar la música, tuerce el gesto y busca los brazos de su madre. Sin embargo, no son los oídos los que canalizan la melodía sobre un mundo mejor, sino que es el tacto, a través de la plataforma vibratoria sobre la que se sienta, el que escucha la canción. Es su segunda sesión de estimulación temprana rodeada de tambores, juguetes con diferentes sonidos y un micrófono que la logopeda utiliza para dirigirse a ella.
«Cuando los médicos hacen una detección precoz de algún problema auditivo en niños recién nacidos, nos los mandan aquí para que comencemos a hacer diagnósticos y a trabajar con ellos», explica Pepe Pla, coordinador de la Unidad Técnica del IVAF, Instituto Valenciano de Audiofonología. El trabajo con los pequeños de menos de tres años es uno de los grandes logros del centro dependiente de la Diputación de Valencia, quien recuerda que a esa edad la Conselleria de Sanidad no tiene la obligación de atenderlos. «Si hay una detección precoz, se puede intervenir antes, es fundamental en los pequeños porque tienen más facilidad de aprendizaje si se atiende pronto».
La velocidad de atención es, por ello, primordial. La madre de Gema, por ejemplo, llamó el 24 de octubre después de que los médicos diagnosticaran un problema de audición a su hija. A día 8 de noviembre ya ha tenido su segunda sesión de estimulación tras haber sido analizada por el Gabinete psicopedagógico y la consecuente audiometría. «Y eso que los padres no pudieron venir antes porque les venía mal», bromea Pla.
Con los más pequeños se establecen sesiones donde los golpes de tambor o de juguetes ruidosos toman el protagonismo para ver cuál es su reacción. Tras ver su grado de necesidad a partir de una audiometría se estudia la posibilidad de realizarle un implante coclear. Después de este, continúa el trabajo de rehabilitación para que se acostumbren a él hasta la escolarización. Una vez entra en la escuela, el IVAF no deja de atenderlo y sigue estudiando su caso y analizando su evolución, aunque son ya los técnicos de la Administración autonómica y los logopedas de los colegios los que toman el protagonismo.
«Un chico de Carlet que estuvo aquí cuando era pequeño ahora ha entrado en un curso de Mecánica y uno de nuestros psicopedagogos ha ido a hablar con los profesores para darles recomendaciones de cómo dirigirse a él, que no le hablen de espaldas si es posible y que sean concretos». Es parte del trabajo del ESI, el servicio de Seguimiento Integral y que lleva a 300 alumnos con déficits de audición de la provincia de Valencia. Pero no sólo son niños los que reciben la atención del IVAF. De hecho, el año pasado, de los casos que llevó el centro, 32 fueron menores, 22 respondieron a necesidades del ESI y 44 fueron personas adultas. «Cualquier persona que venga con un problema de audición, sale con una solución, de cualquier edad, y por supuesto, gratis». Es el ejemplo de Pascual, quien ha acudido a otra sesión de trabajo con la logopeda. En su sala, a la que precede un cuadro con el alfabeto Braille, no hay sonidos que marquen el ritmo de las clases, si acaso, el chasquear de los dedos, el golpe de las manos contra el aire o el choque de los labios sobre los que se escurre algún fonema. Las palabras, como formas de explicarlo todo, son movimientos gestuales, signos que se convierten en las bases sobre las que cimentar la realidad. Pascual y Reme, su logopeda, trabajan sobre esta expresión.
«Los problemas de audición son muy desconocidos, no se sabe lo que significa hasta que se tiene a una persona cercana a la que le pasa», relata Pla con casi 40 años de experiencia en el centro. Porque como él mismo desgrana, no escuchar bien puede provocar otros problemas como el aislamiento o la depresión, algo que se da, sobre todo, en personas mayores que sufren con la edad una pérdida progresiva de audición. «Hay personas que se ponen un audífono y a los pocos meses acaba en el cajón porque les resulta incómodo. No les han enseñado a ponérselo, no les han explicado en qué consiste. Aquí les atendemos, les ayudamos y les enseñamos a reescuchar».
Futuro
La labor es titánica para una plantilla formada por no más de 11 personas: dos para el Gabinete Psicopedagógico, tres para adultos, cuatro para atención temprana y otros dos logopedas fuera del centro distribuidos por la provincia. «Hace tres años había tres logopedas más», lamenta Pla, que se jubilará el año que viene y se preocupa por el destino del centro. «Aquí hacemos que los implantes y que todas las mejoras de audífonos merezcan la pena, si no hay una buena labor logopeda que ayude a eso, se pierde cualquier intervención médica. Esto es invertir en futuro, en integración, en educación».
Al lado del edificio de la Unidad Técnica del IVAF, formando parte del complejo, está el Colegio Lluís Fortich que depende también del Servicio de Bienestar Social que lleva Mercedes Berenguer en la Diputación de Valencia. Está declarado como Centro de Integración Preferente para alumnos con deficiencia auditiva pero entre los niños que corren y gritan por el patio hay muchos que no tienen problemas auditivos, cualquiera puede matricularse. Este es, al fin y al cabo, el complemento perfecto para demostrar que se trata de oír, sino que lo importante está en enseñar a escuchar.
Fuente: www.audioprotesistas.org/